Capitulo 9
El casting
Queridos amigos:
Hoy es el día más feliz de mi vida!
Había llegado del
colegio. Con el libro de Biologia, inútilmente abierto en el piso, hacía que estudiaba,
y a la vez miraba la televisión, recostada en el viejo tapete del comedor. Veía
a mi hermanito Priapo, de solo tres años, jugar. Era apenas un bebé cuando mamá
nos dejó. Me llamaba mi amigo Horacio, que, ademas de ser poeta, era cantante
amateur como yo, pero cantaba canciones romanticas.
Me dice: - estás viendo el programa
de Valentín? Están pidiendo nuevos talentos.
Yo le dije: -Si. El programa del
conductor Valentín es un Programa donde dan oportunidad a nuevos artistas y
nuevos talentos. Pero yo lo ví como mi boleto a la libertad. Entonces acordamos
para ir, pero a escondidas de mí papá; sino, mi papá se enoja y no imaginan
como es Don Himeneo enojado. Mis amigas Robertha y Tatiana, insistieron en que
no vaya, que Valentín, el conductor, sólo pone gente al aire para burlarse de
ellas, que es peligroso, que nunca lo iba a lograr, que me cuide. Igual, esa
tarde, sentí ese llamado de concretar mi sueño. Tenía puesto un vestido blanco,
tomé el tul del traje de novia de mi mamá por primera vez, y lo guardé en mi mochila.
Le dije a Horacio, por Whatsapp que, como es un programa de fenómenos,
podríamos ir disfrazados, y seguramente pasabamos el casting. Me encontré con
Horacio y el llevaba una vieja boina de su abuelo en la cabeza; yo me puse el
tul de novia de mi mamá que usó para casarse con mi papá. Esperamos en la larga
cola que desembocaba en la puerta del canal. Nos dieron un número. Llego mi
turno. Dí mi pendrive con mi pista para cantar. Me miró Valentín indiferente,
al lado estaba el director y el camarografo. Se veía más lindo que en
Televisión, y, en ese instante, mi corazón dió un brinco. Me dijo a secas: Nombre, edad, barrio, y
número de celular. Con miedo, dije mi nombre, edad y número de celular; luego, empezó
la pista y canté. Valentín y el director se miraron. Especialmente Valentín, el conductor
y Productor del programa. Era guapo y al escucharme cantar, levantó la vista y
me observó con una mirada picarona, y se le dibujó una gran sonrisa en los labios,
y murmuraba junto con sus compañeros, señalándome y opinando entre ellos. Vestía
de traje, como un viejo conductor de programa de los años 50. No me quitaba los
ojos de encima.
Pasada la semana, y
recién el miércoles me llamaron diciendo que me presentara en el canal para
salir en vivo el sábado. A Horacio no lo llamaron y estaba muy decepcionado. Mi
abuelita me dijo que iba a entretener a mi papá para que no vea el programa.
Sábado. Estaba nerviosa
en el canal, sentada en la mesa del gallo, frente al buffet, con los demás concursantes.
Pasaron las horas, aumentaron los nervios. Escuchaba del otro lado, en el
estudio, como Valentín, el conductor, cargaba a los demás artistas, y como se reian
los del público a coro, que resonaba en todo el lugar.
Llegó mi turno, el coordinador me hizo
entrar al estudio. Era enorme, con una
gran tribuna repleto de gente que miraba el programa en vivo y cámaras por
doquier. Me dieron un micrófono inalámbrico y subi al escenario; Valentín, el
conductor, me miró con sus ojos inspirado confianza, y parecía ver el miedo que
llevaba en mí mirada. Miro a las cámaras y me presentó: - y aquí está Giselle
Darlene, La Novia Cumbianchera!!! Yo lo miré enojada: - Cómo que la Novia
Cumbianchera?.
Valentín me señaló la
cámara, me guiñó un ojo y me dijo: - Niña, este es tu sueño! y empezó la música
de mi pista para cantar. Canté, y todos me aplaudieron gritándole con alegría:
Novia Cumbianchera! Novia Cumbianchera! Me sentí muy feliz.
En la semana, y para
mi mayor sorpresa, me volvió a llamar el coordinador diciendo que a los
productores les había gustado mi show, y que estaban interesados en firmar un
contrato, pero que fuera con un mayor responsible . Fui entonces, acompañada
por mi abuelita Afrodita.
Al entrar al estudio,
fuimos a la oficina de Valentín, quien, siempre con su gran sonrisa
encantadora, nos recibió y le contó a mi abuelita, las pautas del contrato, lo
cual, luego de una lectura, asintió, me miró con una mirada cómplice y lo
firmó. A continuación, Valentín me dió un nuevo repertorio, y acordó con mi
abuelita los horarios de ensayo luego de la escuela.
Mi sueños se había
hecho realidad, y tenía Valentín, el popular conductor de TV al lado mío,
siempre explicándome con paciencia, los tonos de las nuevas canciones, y me
sentía cada vez más unido a él con un lazo muy especial.
El sábado siguiente,
hice gala nuevamente, en el escenario del programa, cantando una nueva canción
escrita por Valentín.
Terminó el programa, algunos
del estudio se fueron sin despedirse, Valentín me apartó y me felicitó. Me
dijo: - Estuviste muy bien, sabía que lo podías lograr. Estoy orgulloso de vos
y gracias por formar parte de mi equipo.
Yo me puse colorada, aparté
la mirada, y me despedí hasta el próximo ensayo. Sentía, cada vez que nuestras
miradas se encontraban, una sensación muy eespecial Me tomó la mano como para
que no me fuera, y en un sólo impulso, me beso en los labios. Yo aparté, y, al
rato, unas cámaras nos apuntaban con sus flashes.
El lunes llegó lo
peor: fui al colegio y todos me miraban. Caminando por el pasillo, escuché a
Francisco, el Superhéroe que, irónicamente es Bully en la escuela. Me acorralaron
y Francisco junto a Ricardo y dos de sus cómplices, me empujaron contra la
pared, y burlonamente me dijeron: miren, aquí está la Novia Cumbianchera! Que
feo cantas! Que gorda saliste en la TV! Tan
santita que parecías: resultaste ser una cualquiera.
Vinieron a mi rescate
mis amigos Robertha, Tatiana y Horacio. Le dijeron a Francisco: - dejala en paz
Francisco. Lo decís por envidia y porque no tenés nada que hacer. Sos un cobarde que se aprovecha de los más
débiles. Cómprate una vida y deja tranquilo vivir a los demás.
Sonó el timbre para
ir a las clases, Francisco se nos rió en la cara junto a sus cómplices y se fueron
a al aula jugándose bromas entre ellos.
La Directora Marinmaccio,
me tomó del brazo y me dijo que me había visto en la TV, que dicha conducta
ponía en peligro a la institución, y que luego
iba a hablar con mi papá. Que problema! Mi papá se iba enterar y me iba a castigar! Ahora me iba a poner de penitencia,
y vaya a saber que me esperaba, y no me dejaría salir nunca más!
Llegué a mi casa, mi papá me retó,
con una voz estruendosa que parecería temblara el mundo. Me dijo que habló con
la directora Marinmaccio. Que todo el barrio se enteró de mi participación en
el programa de Valentín! Pero nada comentó de aquel beso, en el momento que nos
sorprendió el paparazzi. Me preguntó que cómo pude ir sin consentimiento? Yo le dije que la abuelita me dio la
autorización. Sorprendido, me quitó mí teléfono celular, la computadora y me
prohibió salir.
Ahora acordó con la mamá de Brayton,
el chico más estudioso de la escuela, darme clases por semana para estudiar y
mejorar mis notas. Después del malestar que pasé con Francisco, está noticia
fue mucho peor. La escuela en una cárcel, que, además de tener muros y estar
todos contra nuestra voluntad, los más débiles sufrimos abusos de los internos,
y para colmo, las autoridades no toman medidas o se hacen los ignorantes. Temo
volver a sufrir un ataques de Francisco. En esta escuela no aprendí valores:
sólo aprendí el lenguaje de la violencia y de la hipocresía. Mis amigos son lo
único que me da valor y ver que todavía hay algo bueno por qué vivir. Espero
este castigo termine pronto y mi padre sepa entrar en razón.