Capítulo 8
Rolo el motoquero
De la Escuela de Bizarros, Rolo el
motoquero es el más rudo que hay. El estruendo de su moto anuncia su llegada en
la puerta de la escuela, ¡¡¡ como si llegara el fin del mundo, el guerrero del
apocalipsis, el final,!!! Baja de la moto, gruñe, y todos los chicos bizarros,
aún Francisco, corren asustados y se esconden es sus respectivas aulas, como
ratones asustados. Es gordo, con pelo largo rizado que nunca se lo lava, usa barba
de candado, remera de rock, chaleco de
cuero y jeans gastados. No tiene amigos, nadie le habla. La Directora Marinmaccio
siempre lo amonesta, lo suspende y cita a sus papás. Se me acerca y me acorrala
contra la pared; yo, asustada, lo miro pensando que me va a pegar, pero me
dice: - ¡Darlene hoy venís conmigo!. Me toma del brazo, me sube a su moto.
-
No temas, no soy malo como
dicen de mí. -Me dice.
Yo me tomo de su
gordo cuerpo, se me vuela el cabello al viento; me mira de costado mientras
conduce, con ternura me guiña un ojo por encima de sus anteojos de sol y me
dice: - te quiero Darlene.
Nos sentamos en una mesa de un bar
que parece una pocilga, y, viendo a sus compañeros motoqueros hablando alto y
riendo mientras toman cerveza, y otros juegando al pool, me lleno de un
completo terror y me pregunto ¿Qué hago aquí?
Rolo el motoquero se quita los
anteojos de sol que ocultan unos pequeños ojos marrones casi bizcos, pero es
una mirada muy dulce y con ojos que mucho han llorado; me toma de las manos con
sus manos enormes cubiertas con mitones de cuero, me dice lo bella que soy y
que siempre le gusté, me cuenta de su triste pasado, de lo que hace en su
tiempo libre, y ya no lo veo como un chico malo: es un chico muy triste y
solitario, un caballero andante que esconde su triste vida bajo una armadura de
cueros, tachas y un caballo de metal; un chico que ama la poesía y el rock and
roll, que gusta de la Historia y de contemplar el cielo y los paisajes bajo el
sol. Es un chico que me gustaría conocer, compartir momentos, y hasta llegar a
querer, y con él me olvido del chico anterior que me rompió el corazón.
Me lleva en su moto
recorriendo toda la ciudad, con más confianza y afecto me aferro bien de su
torso por detrás; él sonríe. Me deja en la puerta de mi casa, me saluda con la
mano en alto, como el Zorro, el Llanero solitario en su brioso corcel de metal.
Atrás está mi papi Don Himeneo, enojado y me grita:-¡¡¡ Loooca como tu
madreee!!! ¿adonde anduviste atorranta?¡¡¡andá a estudiar!!! Yo lo miro
alejarse llena de esas indescriptibles emociones que hacen que la vida sea bella.
Al entrar a mi casa me espera un reto que va a parecer esterno.
Adiós Rolo el
Motoquero, mi caballero andante, mi poeta petrarquista; te vas y una partecita
de mi se va con vos. Espero verte mañana en la escuela otra vez, y soñar juntos
viendo el cielo bajo el sol...
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