domingo, 16 de febrero de 2020

Rolo el motoquero

Capítulo 8

 

Rolo el motoquero

 

De la Escuela de Bizarros, Rolo el motoquero es el más rudo que hay. El estruendo de su moto anuncia su llegada en la puerta de la escuela, ¡¡¡ como si llegara el fin del mundo, el guerrero del apocalipsis, el final,!!! Baja de la moto, gruñe, y todos los chicos bizarros, aún Francisco, corren asustados y se esconden es sus respectivas aulas, como ratones asustados. Es gordo, con pelo largo rizado que nunca se lo lava, usa barba de candado,  remera de rock, chaleco de cuero y jeans gastados. No tiene amigos, nadie le habla. La Directora Marinmaccio siempre lo amonesta, lo suspende y cita a sus papás. Se me acerca y me acorrala contra la pared; yo, asustada, lo miro pensando que me va a pegar, pero me dice: - ¡Darlene hoy venís conmigo!. Me toma del brazo, me sube a su moto.

-        No temas, no soy malo como dicen de mí. -Me dice.

Yo me tomo de su gordo cuerpo, se me vuela el cabello al viento; me mira de costado mientras conduce, con ternura me guiña un ojo por encima de sus anteojos de sol y me dice: - te quiero Darlene.

Nos sentamos en una mesa de un bar que parece una pocilga, y, viendo a sus compañeros motoqueros hablando alto y riendo mientras toman cerveza, y otros juegando al pool, me lleno de un completo terror y me pregunto ¿Qué hago aquí?

Rolo el motoquero se quita los anteojos de sol que ocultan unos pequeños ojos marrones casi bizcos, pero es una mirada muy dulce y con ojos que mucho han llorado; me toma de las manos con sus manos enormes cubiertas con mitones de cuero, me dice lo bella que soy y que siempre le gusté, me cuenta de su triste pasado, de lo que hace en su tiempo libre, y ya no lo veo como un chico malo: es un chico muy triste y solitario, un caballero andante que esconde su triste vida bajo una armadura de cueros, tachas y un caballo de metal; un chico que ama la poesía y el rock and roll, que gusta de la Historia y de contemplar el cielo y los paisajes bajo el sol. Es un chico que me gustaría conocer, compartir momentos, y hasta llegar a querer, y con él me olvido del chico anterior que me rompió el corazón.

Me lleva en su moto recorriendo toda la ciudad, con más confianza y afecto me aferro bien de su torso por detrás; él sonríe. Me deja en la puerta de mi casa, me saluda con la mano en alto, como el Zorro, el Llanero solitario en su brioso corcel de metal. Atrás está mi papi Don Himeneo, enojado y me grita:-¡¡¡ Loooca como tu madreee!!! ¿adonde anduviste atorranta?¡¡¡andá a estudiar!!! Yo lo miro alejarse llena de esas indescriptibles emociones que hacen que la vida sea bella. Al entrar a mi casa me espera un reto que va a parecer esterno.

Adiós Rolo el Motoquero, mi caballero andante, mi poeta petrarquista; te vas y una partecita de mi se va con vos. Espero verte mañana en la escuela otra vez, y soñar juntos viendo el cielo bajo el sol...

 


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