Rompecabezas
Me levanto esta mañana ni bien suena el despertador. Valentín ya no está durmiendo a mí lado y mi cama parece enorme sin él.
Me preparo el mate. Me siento frente a la mesa y Valentín no está sentado frente a mí. Me siento agonizando por una profunda herida de muerte desde que él no está conmigo.
Llego al trabajo. Están todo el equipo presente conversando entre ellos: mis dos compañeras, Guadalupe y Leyla, mí supervisora Mayra, la gerenta Sonia. Y, en especial, Lisandro, el dueño gay de la empresa, se da vuelta y, con su voz chillona, me saluda alegre: -¡ Ay!¡ Llegó la publicista! ¡Llegó la publicista! ¡Felicitaciones linda!¡ Te vimos por TV y le hiciste publicidad a la empresa!
Todos se me acercan y me felicitan. Yo sonrío y finjo estar bien, pero en el fondo estoy destruida por dentro.
Voy a repartir volantes, me saluda desde el otro lado de la estación de Morón el chico Furry Fandom vestido de zorro gris con los brazos estirados hacia arriba, en una mano los volantes. Yo lo saludo y finjo una sonrisa.
En la calle todos me reconocen y me felicitan por mi participación en el programa de TV. Yo todavía no caigo. Pasa Dorita, la señora linyera que habla sola por la calle, me dice: te vi en la tele de un bar! Saluda y sigue caminando.
Se me acaban los volantes, voy a la sucursal. De ahí me mandan a hacer un mandado, a pagar una boleta de un servicio. La chica de la caja me dice: -¡ Disculpa!¿ Sos la Novia Cumbianchera? – yo asiento, la chica grita de alegría y se mira con su compañera de caja. Gritan las dos. Yo sigo sin caer en la realidad. Siento mucho dolor en el pecho.
Vuelvo a repartir en la estación. Pasa la pequeña niña que siempre juega sola por la plaza. Y me dice: - Te vi en la tele: ¡¡¡saliste gorda!!! – y me saca la lengua.
Yo le digo: - Niña, ¿donde están tus papás?
La niña responde: -¡ Yo no hablo con extraños! ¡¡¡Gorda!!! – me pasea la pantorrilla y se va cantando mi canción burlonamente, dejándome dolorida y maldiciendo en mil palabrotas diferentes. Le veo alejarse y se le acerca el padre, un chico vestido de gótico que parece Drácula y le dice: - ¿¿¿Donde estabas Bettina??? Te estuves buscando por todas partes. – y se alejan, el retado a la niña y ella protestando y haciendo berrinches ruidosos.
En mi mente vienen dulces recuerdos de mi papá Don Himeneo y yo de niña: él colunpiandome en la hamaca de la plaza; el enseñándome a leer y a hacer las tareas, el retandome por hacer travesuras, el enseñándome a andar en bicicleta.
Esa tarde le llamo de un teléfono celular, al llegar a mí departamento - Hola padre: soy Darlene. Estoy trabajando en una financiera, vivo en un hermoso departamento de Morón. Me viste en la televisión.
Pasamos hablando un largo rato con mi padre, que ya no me habla con voz ruda y con reproches. Se oye triste y a la vez sorprendido. Me dice que me vio en la televisión. Que siempre seré su hija, y que siempre estará orgulloso de mí. Eso resulta un alivio a mí pobre corazón.
Suena el timbre, Ángel viene ahora a visitarme casi todas las noches. Ya se graduó de la escuela y está por poner un negocio de comidas. Así que, como soy muy mala en la cocina, me enseña a cocinar y cocinamos juntos. Trae unas cervezas y su guitarra y cantamos juntos toda la noche.
Pasan los días y no sé nada de Valentín. Llamo a su celular y no responde. Se me ocurre localizar por las redes sociales a la hija mayor que vive en España, preguntándole si su padre se encontraba bien, y diciéndole que yo era una mujer educada, trabajadora y decente, y que mis intenciones eran buenas porque lo amaba de verdad; además le dije que ella no tenía ningún derecho a hablarle mal de mí porque me consideraba muy joven para él. A lo que ella me contesta: - Mi padre nunca vino a visitarme a España. Simplemente me comentó que tenía un asunto por resolver, pero nunca me dijo que era contigo. ¡ Yo no sabía que tú existías! Llámalo y arreglen entre ustedes, yo nunca supe de ti.
Mi alma se rompe en mil pedazos: ¡Otra mentira más! ¡Entonces, que Valentín me amaba era todo una mentira!. Con furia volví a llamar al celular y sonaba apagado. Hasta que, al salir del trabajo, llego triste y muy cansada a mi departamento de Morón. Me espera Ángel en la puerta, sonriente, con una bolsa con dos botellas de cerveza. Le cuento de lo que descubrí al comunicarme con la hija mayor de Valentín, que todo era una mentira. Él me abraza y me dice que me calme y que siempre voy a tener un amigo en él. Subimos al departamento, y para mi peor sorpresa, todo mi departamento está desacomodado y revuelto, mi ropa sacada de la cómoda y tirada en el suelo, mis elementos de cocina sacados de la estantería, mis platos rotos. Ángel, sorprendido como yo mira a su alrededor, el caos en que he encontrado mi casa. Alguien ha entrado, algún ladrón.¡ Y me faltaba otra vez dinero!
Suena mi celular; del otro lados está Valentín diciendo :- ¡Vamos a hablar de Derechos! Yo te he prestado la garantía y vos sólo pagaste el alquiler y los impuestos, por lo tanto la casa es mía, y puedo entrar a la casa cuando a mi se me cante, inclusive ahora, pero tenés completamente prohibido traer visitas y hacer tus necesidades en la misma. Respeta la casa porque es mía.
Yo le respondo: - ¡Pero es mi casa, mi alquiler! ¡Está con mi recibo de sueldo y yo soy la única que paga el alquiler!
-¡Estás con un hombre en la casa, y nadie que no sea yo podrá tenerte! ¡Te estoy vigilando!
Ángel escucha mi discusión y se preocupa al ver mi cara aterrorizada. Suena un auto afuera. Miro por la ventana. ¡Es Valentín en su auto, que había entrado a mi casa con una copia de llaves que yo no conocía, y había procedido a romper mis cosas, y que ahora me está vigilando!
Ángel baja indignado, corre hacia el auto de Valentín. Yo le corro por detrás intentando apaciguarlo. Mete la mano por la ventanilla del auto de Valentín, le toma de cuello y le dice: - ¡Ya déjala tranquila a Darlene! ¡Dejála rehacer su vida! ¡Si tuvieras un poquito de dignidad, le dejarías conservar la garantía y la dejarías vivir en paz! ¡Cobarde!
Valentín se libera de las manos de Ángel, pone primera en el auto y sale escapando a toda velocidad, perdiéndose en la oscuridad de la noche. Más tarde, Ángel me lleva a la comisaría de la mujer de Morón para hacer la denuncia, y para mi mayor sorpresa, la señora policía me atiende de mal humor y con mirada de “No me importa”. Me toman la denuncia, aunque salgo insatisfecha con la forma en que me atendieron. En la denuncia le han dictado una Perimetral a Valentín, que, dentro de tres meses no podrá comunicarse conmigo ni acercarse a mí. Me causa mucho dolor al llegar a tomar esta medida, y más dolor que, la persona que tanto decía que me amaba, al final todo el tiempo me mentía y estaba jugando conmigo. Pero, he encontrado un nuevo amigo. ¿Quién iba a pensar que ese muchacho de la secundaria con el que me llevaba tan mal, iba a ser el mejor amigo que podía tener?
Al otro día, que es sábado, me toca hacer otro programa de televisión. Recolecto cada pedazo de mi ser y mi corazón herido y me preparo. Ángel me acompaña al canal. Llega mi turno de cantar, subo al escenario. Ángel me da fuerzas mirando detrás de las cámaras. Los conductores me anuncian: - Y ahora cierra el programa, Giselle Darlene La Novia Cumbianchera!!! Y empiezo a cantar.
Me levanto esta mañana ni bien suena el despertador. Valentín ya no está durmiendo a mí lado y mi cama parece enorme sin él.
Me preparo el mate. Me siento frente a la mesa y Valentín no está sentado frente a mí. Me siento agonizando por una profunda herida de muerte desde que él no está conmigo.
Llego al trabajo. Están todo el equipo presente conversando entre ellos: mis dos compañeras, Guadalupe y Leyla, mí supervisora Mayra, la gerenta Sonia. Y, en especial, Lisandro, el dueño gay de la empresa, se da vuelta y, con su voz chillona, me saluda alegre: -¡ Ay!¡ Llegó la publicista! ¡Llegó la publicista! ¡Felicitaciones linda!¡ Te vimos por TV y le hiciste publicidad a la empresa!
Todos se me acercan y me felicitan. Yo sonrío y finjo estar bien, pero en el fondo estoy destruida por dentro.
Voy a repartir volantes, me saluda desde el otro lado de la estación de Morón el chico Furry Fandom vestido de zorro gris con los brazos estirados hacia arriba, en una mano los volantes. Yo lo saludo y finjo una sonrisa.
En la calle todos me reconocen y me felicitan por mi participación en el programa de TV. Yo todavía no caigo. Pasa Dorita, la señora linyera que habla sola por la calle, me dice: te vi en la tele de un bar! Saluda y sigue caminando.
Se me acaban los volantes, voy a la sucursal. De ahí me mandan a hacer un mandado, a pagar una boleta de un servicio. La chica de la caja me dice: -¡ Disculpa!¿ Sos la Novia Cumbianchera? – yo asiento, la chica grita de alegría y se mira con su compañera de caja. Gritan las dos. Yo sigo sin caer en la realidad. Siento mucho dolor en el pecho.
Vuelvo a repartir en la estación. Pasa la pequeña niña que siempre juega sola por la plaza. Y me dice: - Te vi en la tele: ¡¡¡saliste gorda!!! – y me saca la lengua.
Yo le digo: - Niña, ¿donde están tus papás?
La niña responde: -¡ Yo no hablo con extraños! ¡¡¡Gorda!!! – me pasea la pantorrilla y se va cantando mi canción burlonamente, dejándome dolorida y maldiciendo en mil palabrotas diferentes. Le veo alejarse y se le acerca el padre, un chico vestido de gótico que parece Drácula y le dice: - ¿¿¿Donde estabas Bettina??? Te estuves buscando por todas partes. – y se alejan, el retado a la niña y ella protestando y haciendo berrinches ruidosos.
En mi mente vienen dulces recuerdos de mi papá Don Himeneo y yo de niña: él colunpiandome en la hamaca de la plaza; el enseñándome a leer y a hacer las tareas, el retandome por hacer travesuras, el enseñándome a andar en bicicleta.
Esa tarde le llamo de un teléfono celular, al llegar a mí departamento - Hola padre: soy Darlene. Estoy trabajando en una financiera, vivo en un hermoso departamento de Morón. Me viste en la televisión.
Pasamos hablando un largo rato con mi padre, que ya no me habla con voz ruda y con reproches. Se oye triste y a la vez sorprendido. Me dice que me vio en la televisión. Que siempre seré su hija, y que siempre estará orgulloso de mí. Eso resulta un alivio a mí pobre corazón.
Suena el timbre, Ángel viene ahora a visitarme casi todas las noches. Ya se graduó de la escuela y está por poner un negocio de comidas. Así que, como soy muy mala en la cocina, me enseña a cocinar y cocinamos juntos. Trae unas cervezas y su guitarra y cantamos juntos toda la noche.
Pasan los días y no sé nada de Valentín. Llamo a su celular y no responde. Se me ocurre localizar por las redes sociales a la hija mayor que vive en España, preguntándole si su padre se encontraba bien, y diciéndole que yo era una mujer educada, trabajadora y decente, y que mis intenciones eran buenas porque lo amaba de verdad; además le dije que ella no tenía ningún derecho a hablarle mal de mí porque me consideraba muy joven para él. A lo que ella me contesta: - Mi padre nunca vino a visitarme a España. Simplemente me comentó que tenía un asunto por resolver, pero nunca me dijo que era contigo. ¡ Yo no sabía que tú existías! Llámalo y arreglen entre ustedes, yo nunca supe de ti.
Mi alma se rompe en mil pedazos: ¡Otra mentira más! ¡Entonces, que Valentín me amaba era todo una mentira!. Con furia volví a llamar al celular y sonaba apagado. Hasta que, al salir del trabajo, llego triste y muy cansada a mi departamento de Morón. Me espera Ángel en la puerta, sonriente, con una bolsa con dos botellas de cerveza. Le cuento de lo que descubrí al comunicarme con la hija mayor de Valentín, que todo era una mentira. Él me abraza y me dice que me calme y que siempre voy a tener un amigo en él. Subimos al departamento, y para mi peor sorpresa, todo mi departamento está desacomodado y revuelto, mi ropa sacada de la cómoda y tirada en el suelo, mis elementos de cocina sacados de la estantería, mis platos rotos. Ángel, sorprendido como yo mira a su alrededor, el caos en que he encontrado mi casa. Alguien ha entrado, algún ladrón.¡ Y me faltaba otra vez dinero!
Suena mi celular; del otro lados está Valentín diciendo :- ¡Vamos a hablar de Derechos! Yo te he prestado la garantía y vos sólo pagaste el alquiler y los impuestos, por lo tanto la casa es mía, y puedo entrar a la casa cuando a mi se me cante, inclusive ahora, pero tenés completamente prohibido traer visitas y hacer tus necesidades en la misma. Respeta la casa porque es mía.
Yo le respondo: - ¡Pero es mi casa, mi alquiler! ¡Está con mi recibo de sueldo y yo soy la única que paga el alquiler!
-¡Estás con un hombre en la casa, y nadie que no sea yo podrá tenerte! ¡Te estoy vigilando!
Ángel escucha mi discusión y se preocupa al ver mi cara aterrorizada. Suena un auto afuera. Miro por la ventana. ¡Es Valentín en su auto, que había entrado a mi casa con una copia de llaves que yo no conocía, y había procedido a romper mis cosas, y que ahora me está vigilando!
Ángel baja indignado, corre hacia el auto de Valentín. Yo le corro por detrás intentando apaciguarlo. Mete la mano por la ventanilla del auto de Valentín, le toma de cuello y le dice: - ¡Ya déjala tranquila a Darlene! ¡Dejála rehacer su vida! ¡Si tuvieras un poquito de dignidad, le dejarías conservar la garantía y la dejarías vivir en paz! ¡Cobarde!
Valentín se libera de las manos de Ángel, pone primera en el auto y sale escapando a toda velocidad, perdiéndose en la oscuridad de la noche. Más tarde, Ángel me lleva a la comisaría de la mujer de Morón para hacer la denuncia, y para mi mayor sorpresa, la señora policía me atiende de mal humor y con mirada de “No me importa”. Me toman la denuncia, aunque salgo insatisfecha con la forma en que me atendieron. En la denuncia le han dictado una Perimetral a Valentín, que, dentro de tres meses no podrá comunicarse conmigo ni acercarse a mí. Me causa mucho dolor al llegar a tomar esta medida, y más dolor que, la persona que tanto decía que me amaba, al final todo el tiempo me mentía y estaba jugando conmigo. Pero, he encontrado un nuevo amigo. ¿Quién iba a pensar que ese muchacho de la secundaria con el que me llevaba tan mal, iba a ser el mejor amigo que podía tener?
Al otro día, que es sábado, me toca hacer otro programa de televisión. Recolecto cada pedazo de mi ser y mi corazón herido y me preparo. Ángel me acompaña al canal. Llega mi turno de cantar, subo al escenario. Ángel me da fuerzas mirando detrás de las cámaras. Los conductores me anuncian: - Y ahora cierra el programa, Giselle Darlene La Novia Cumbianchera!!! Y empiezo a cantar.