martes, 10 de marzo de 2020

Fugitivos del amor

Capitulo 23


Fugitivos del amor
Queridos compañeros de la Escuela de Bizarros:
Hoy es el día más feliz de mi vida. Valentín y yo decidimos ir a vivir juntos. Alquilamos un hermoso departamento en el Barrio de Morón, muy cerca de la estación. Es luminoso, y por las mañanas, se asoma el sol por la ventana. Despertamos y hacemos el amor.
El cómodo mono ambiente tiene una pequeña cocina donde le preparo los desayunos a mi amor todas las mañanas, antes de irme a trabajar.  Valentín me acompaña hasta la parada del colectivo; cuando llego del trabajo, me espera y volvemos a nuestro nuevo hogar. No sé por qué, teniendo el auto, no quiere llevarme el mismo! Le pregunto y dice que está descompuesto: me parece muy raro.
Les cuento que conseguí un trabajo como promotora en una financiera llamada MisterCred. Mi uniforme es una remera y gorra celeste, con el logo de la empresa y calzas haciendo juego. Mi trabajo es repartir los volantes a los transeúntes de las avenidas principales, y pegar carteles en los postes de luz y semáforos. También me están enseñando, -para los días de lluvias, que no podemos salir a promocionar - a llamar a clientes ofreciéndoles nuevos créditos, a responder las consultas de Whatsapp, o llamar a cobranzas. Me gusta aprender cada vez más. Tengo dos compañeras que trabajan conmigo: Guadalupe la tímida, que se ríe de mis chistes, y  Leila la que siempre se queja y no quiere mucho trabajar. Creo que es el inicio de una linda amistad.
Me han hecho sentir bienvenida desde el principio y me siento realizada al tener un empleo y al amor de mí vida a mi lado.
Por las tardes, llego a nuestra nueva casa, lleno la bañera con agua tibia y rosas, prendo velitas aromáticas y nos damos juntos un baño de inmersión. Hacemos el amor.
Luego cocino, aunque no soy muy buena cocinera, pero Valentín me tiene paciencia y se lo come con gusto, dándome todo su apoyo. Eso me llena de satisfacción. Lavo los platos… luego volvemos a hacer el amor.
Los domingos voy a correr a la plaza y a hacer ejercicios para bajar mi figura que siempre fue regordeta, y verme más linda para él. Pero él dice que el domingo visita a sus hijas. Eso me incomoda un poco. Pero, intento comprenderlo, y lo espero al mediodía con algún disfraz erótico. Volvemos a hacer el amor.¡ Me siento una máquina!

Con mi primer sueldo, que es poco, compré unos muebles muy antiguos, y los pinté de negro para que parezcan del mismo juego. Limpio y decoro para que cada vez se vea más bello nuestro nidito de amor. Es el Valentín y es el amor, el motorcito que me da la fuerzas para seguir adelante y dar lo mejor de mí y ser cada día mejor.




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