Dulce y amargo
Llego a la parada del colectivo. Valentín me espera en la parada. Lo abrazo y beso apasionada y llena de felicidad. Digo:- ¿me viste en televisión?
El me dice con voz ronca: - Si. Tenemos que hablar.
Yo, intrigada y a la vez viéndome venir lo peor, camino a su lado en silencio. Entramos al departamento, abro la heladera. Saco dos vasos y nos sirvo un trago fresco.
Valentín se sienta en la cama y me dice: - Me estuve sintiendo muy mal de salud últimamente. Fui a un doctor amigo y tengo que comentarte un consejo que me dio.
Yo, muy preocupada le pregunté: - ¿Que pasó, amor mío? ¿Estás bien?
El prosigue: - Fui a visitar a un Doctor amigo. Le conté que me había separado hace un tiempo de mí esposa, que te conocí a vis y que nos fuimos a vivir juntos. El me dijo esa chica te va a salvar la vida… - hizo una pausa- Te va a salvar la vida, si se aleja de vos – levanto la vista con un rostro altanero – para siempre!!! Me dijo que, por mí salud, tenía que romper con esta relación, y que, si me querías, me ibas a entender! Voy a comer a mí casa. Lo hago por mis hijas!
Yo, ya cansada hace rato, respondo enojada y sin medir consecuencias: - Mirá Valentín! Ya me cansaste con tus mentiras! Vas a volver con tu mujer? Todo este tiempo que, supuestamente te ibas al taller a arreglar el auto, te veías con tu mujer? Viniste a vivir una vida conmigo! Viniste a vivir una vida conmigo!
El dice con voz ronca: - Lo hago por mis hijas!
Yo contesto: - Eso es mentira. No es por tus hijas. Vos sos el que quiere volver con su mujer. Si no eras feliz conmigo, si nunca me amaste, solo tenías que decírmelo y venir de frente y con la verdad!
Él sostiene aún más su mentira: - Por favor, entenderme! Yo me voy a vivir solo! Con mis hijas.
-En la casa donde vive tu mujer! – le digo y lo miro fijo. El baja la mirada.
Continúa: - Además, me llamo mí hija mayor de España, que se enteró de lo nuestro. Me dio el consejo que me vaya un tiempo para allá a pensar. Dijo que eras muy joven para mí. Me dijo que si me querías lo ibas a entender…
Yo, finalmente, perdí los estribos: - Otra mentira más??? Querés irte? Pues andate! – entrada completamente en irá. Arranque la compactera en donde ponía los discos para ensayar y la derribe contra el suelo, partiéndose en mí añicos. Tomé su micrófono y se lo arrojé por la cabeza. Él lo esquivó, y éste chocó contra la pared.
Valentín tomó su abrigo y se fue. No se veía para nada arrepentido. Le dije antes de cerrar la puerta: - Deja las llaves en portería y vete.
Luego Valentín se fue por esa puerta y no volvió nunca más. Sentí un gran vacío dento de mí alma y dentro de mí corazón.
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