martes, 10 de marzo de 2020

La triste despedida

Capitulo 21
La triste despedida

Llego a mi casa llorando, ignoro a mi abuelita y a mi hermanito Priapo. Y esa noche, me encierro en mi habitación y no ceno.
Mi abuelita Afrodita me dice a través de la puerta:- no llores niña mía.
Y mi padre, Don Himeneo, que ni si quiera me habla, comenta con voz rugiente: - ¡que aprenda!
Es de noche y no podía dormir. Hasta que, de golpe, piedritas empiezan a golpear en el vidrio de mi ventana.
Asomo mi cabeza por la ventana, veo a Valentín, vestido con su extravagante traje de show y sus ojos azules rogándome compasión. Su cabello platinado reluce bajo la luz de la luna.
Dice: - Darlene, amor mío: ahora soy libre.¡ Dame una oportunidad y sé que te puedo hacer feliz!
Yo susurro: - ¡Que hacés aquí? ¡Mi papá nos puede descubrir!
Él responde: - Márchate conmigo, quiero estar a tu lado hasta que me muera. Baja por favor y conversemos o te juro que grito, subiré a buscarte y a hablar con tu papá.
Yo le digo: - No lo hagas!
Él camina rápido hacia la puerta del edificio y se detiene en la entrada mirándome desafiante.
Yo digo: -¡ Ahí bajo, pero, por favor, guarda silencio! Ahí bajo.
Hablamos una hora dentro de su auto. Me cuenta o, mejor dicho, me convence, que el rumor que era casado no era cierto. Que si estuvo casado un tiempo y que por sus niñas no se separaba, hasta que un día decidió dar fin a su matrimonio, y se separó. Dice que ahora es libre para amar. Yo desconfío, mí cerebro dice NO, pero al final le creo… una parte de mí quiere creerle…
Finalmente, me mira firme con sus ojos azules y me insiste: -¡ No lo dudes!¡ Márchate conmigo!
Yo accedo. Le digo que me espere. Trepo por el árbol que da a mi habitación. A las apuradas armo un bolso con lo básico, un par de remeras, pantalón, una muda de calzado, ropa interior. Me topo con el tocado de novia de mí mamá que usé para el casting y el programa de TV, lo beso, y lo guardo en mi bolso con el resto. Me pongo un abrigo.
Camino despacito por el pasillo de mí casa, escuchando los ronquidos de mi papá Don Himeneo. Voy hacia el cuarto de mi hermanito Priapo. Me acerco a su cuna y, suavemente lo beso, tal como recuerdo ese beso que me dio mi mamá, mientras yo dormía, y que luego se fue para nunca más volver. Yo pensé que soñaba ese beso. En el sillón de al lado, duerme como una estatua mi abuelita Afrodita, con la boca abierta sin dentadura.
Me vuelvo por el pasillo hacia mi habitación. Tiro mi bolso por la ventana. Valentín lo atrapa desde abajo. Miro hacía atrás con mirada triste digo:- ¡Adiós!
Bajo por el árbol que da a mi habitación. Valentín me toma de la mano, corremos hacia su auto. Mientras me voy, con rumbo desconocido, miro por última vez lo que era mi casa en Lacarra y Directorio, barrio de Mataderos. Estoy repitiendo la misma historia que vivió mi mamá.¿ Se habría fugado por amor? La falta que me haría ahora sus consejos en esta, la que yo creía la mejor decisión de mi vida.




No hay comentarios:

Publicar un comentario